Días intensos, días de tensión, de intentos de prohibiciones, días de revolución...
Porque ya era hora de que pasara algo así, de que los jóvenes hiciéramos algo para reclamar nuestros derechos y que ese algo tuviera éxito y respuesta. Miles de personas en las calles, prácticamente viviendo en las plazas principales de las ciudades para conseguir un poco de justicia y mejores expectativas de vida, ya que el futuro no se presenta demasiado halagador.
Cualquiera que lo haya visto, que haya estado allí en persona, sabrá de lo que hablo: esa sensación de estar en un evento único y novedoso, de hacer historia y de cambiar el mundo... Aunque ese mundo se reduzca a nuestro país, éste es nuestro mundo realmente.
Hemos tardado en despertar, pero una vez que ha comenzado, no podrán pararlo. Es movimiento, es vibración, es vida... Sabemos lo que queremos y como conseguirlo, sólo necesitamos ser escuchados y tomados en serio. Y parece que se está consiguiendo, pues ni las prohibiciones, ni los intentos de ilegalización han conseguido que nadie se mueva, y la propia policía no se ha atrevido a actuar.
Juntos somos fuertes. Esto no tiene que acabar aquí, en unas elecciones o en unos partidos. Tenemos derecho a una vida digna, a tener oportunidades, y eso es lo que tenemos que seguir reclamando.
No sirve de nada quejarse si no se actúa.
Cambiar el mundo está en nuestras manos, al fin y al cabo, somos los que decidimos...
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