Y es que cuando algo se hace con el corazón no se necesita nada más, sobre todo en cuanto a música se refiere.
La música, esa cosa extraña, intangible, que juega con nosotros, envolviéndonos y emocionándonos, haciéndonos sentir cosas a su antojo, sin que tengamos la más mínima posibilidad de defendernos. Pero cuando eso sucede en directo... para qué decir nada más.
Sobre todo cuando quien está encima del escenario toca y/o canta por gusto, por puro amor a la música, ya esté la sala hasta la bandera o seamos 4 gatos tomándonos una cerveza al compás de sus acordes.
Y entonces es cuando la música realmente fluye... convirtiéndose los errores en aciertos, la falta de ensayos en una gran improvisación y la sala del concierto en el salón de casa, donde tan agusto y cómodo se está.
Pero para qué explayarme más, dicen que una imagen vale más que mil palabras, asique un vídeo debería valer más que todo lo que nadie pudiera decir. Podría elegir vídeos de los distintos artistas que me han hecho sentir estas cosas (espero que si se produce el milagro de que lean este blog se sientan aludidos), pero he decidido poner una pequeña muestra del concierto que me decidió definitivamente a publicar esta entrada, que ya sea dicho de paso, es una razón más por la que una se siente orgullosa de ser abulensa, tanto talento junto y los pies sobre el suelo a pesar de todo.
Asique sin más, me despido con esta pequeña maravilla: